Cuando me presento a una empresa y
ofrezco la posibilidad de llevar a cabo un proceso de coaching ejecutivo, la
contestación que frecuentemente escucho es ¿Y eso qué es? Y lo más sorprendente
es que, incluso para mí, es difícil de explicar ya que, como algunas otras
cosas en la vida, son más fáciles de comprender cuando se viven, se prueban, se
experimentan.
Se habla y se hace coaching desde
hace años pero para algunos empresarios, todavía suena extraño. Uno de los
motivos de este desconocimiento es que la persona responsable de decidir
contratar al coach no conoce en qué
consiste, qué es y qué metodología utiliza. Otro de los motivos es no conocer
de antemano la respuesta a esta pregunta: ¿qué beneficios aportará a mi
empresa? El día a día confirma que los empresarios lo que esperan sobre todo
del coaching es que gracias a él haya un punto de inflexión y se produzca un
cambio en la organización con el fin de mejorar, que el coach le proporcione
soluciones rápidas sin ninguna implicación, y que sobre todo, afecte en
positivo a la cuenta de resultados.
El coaching se trata de un
entrenamiento en el que el coach (profesional del coaching) mediante una
metodología fundamentalmente práctica, pone a disposición del coachee
(directivo) una serie de herramientas para que éste, aplicando y mejorando sus
propios recursos, obtenga resultados eficaces y alcance de forma satisfactoria
los objetivos propuestos por él mismo y por la empresa.
Por eso, es interesante resaltar cuando se presenta el
coaching ejecutivo que al trabajar directamente con la persona y sus recursos
se consigue una mejora en sus competencias: la persona aprende a resolver
conflictos, comunica de forma eficaz, aprende a aceptarse, a conocerse y en
consecuencia, a relacionarse mejor con los otros, cohesiona a su grupo de
trabajo, se anticipa a las dificultades porque conoce sus fortalezas y sus
limitaciones, y sobre todo, encuentra
diariamente, una motivación.
La clave del éxito del coaching
ejecutivo la podemos encontrar en la identificación de las necesidades que
tiene el cliente. En ocasiones esta fase ocupa más tiempo que el aprendizaje
práctico de habilidades propias de su puesto. Las necesidades que tiene son difíciles
de definir pues ni si quiera el cliente las conoce ya que lleva trabajando
mucho tiempo de la misma manera y le es complicado identificar los motivos del
por qué sigue haciendo todo como siempre cuando los resultado no están siendo
los mejores.
Como
comentaba anteriormente, cuando estos beneficios no se conocen, los motivos por
los que comprar coaching son muy diferentes. Normalmente, el profesional-coach
ya conoce a la empresa por un contacto previo con ellos a través de otro
servicio (consultoría, formación, etc.) y afortunadamente, como la relación fue
exitosa, se decide contar de nuevo con él. Otra razón por la que se contrata
depende totalmente de la persona que ofrece este servicio, pues si apuesta por
él y lo demuestra en la venta, explica en qué consiste y para qué servirá,
capta la atención de su interlocutor por el convencimiento de su discurso
además de mostrarle los beneficios cuantificables de éste.
Resumidamente, cuando hablamos en las
organizaciones de coaching ejecutivo es fundamental resaltar que una empresa
está formada por muchos eslabones, y que algunos de ellos, deben ser reforzados
para unirse al resto con más fuerza. Hacer de los directivos/ mandos
intermedios unos líderes genera que este crecimiento personal y profesional se
proyecte en los compañeros, convirtiéndose en una cadena muy resistente y como
muchas cosas en la vida, hay competencias y cualidades que se deben aprender
con un entrenamiento adaptado como propone el coaching.
Mónica Salvador Marí
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